noviembre 10th, 2009 by luacar

Desde hace unos años hasta ahora, hemos visto como se han multiplicado las opciones que permiten almacenar nuestros datos digitales en diferentes dispositivos: hemos pasado del disquete hasta los discos duros externos en tan solo una década.

Cuando aparecieron los primeros CDs el mundo de la informática se revolucionó: la capacidad de almacenaje era mucho mayor que la de los disquetes antes nombrados y la calidad que ofrecían también lo era. Todo el mundo alababa a estos nuevos elementos y guardaba sus archivos más importantes en ellos para evitar perderlos. Sin embargo, a diferencia de los disquetes, los CDs presentan un inconveniente: en la mayoría de los casos no se pueden borrar, a no ser que sean regrabables y, por lo tanto, más caros. Además, su memoria también es bastante limitada (aunque cada vez menos) por lo que, en este punto apareció el DVD, que ofrece las mismas ventajas y posibilidades que el antes tan apreciado CD pero con mejoras.

Sin embargo todos estos métodos conllevaban la necesidad de preservar lo que se grababa en ellos, y esta situación dio lugar al boom de los pen drives (de los que ya hemos hablado en una de las entradas anteriores). El copiar los archivos para poderles dar la utilidad deseada y después borrarlos es una comodidad y ahorro de tiempo y dinero que no tiene nombre.

Pero si parecía que nada podía seguir evolucionando, nada más lejos de la realidad. En este mismo contexto de necesidad de almacenar la máxima información en el menor espacio físico posible se produjo la llegada de los discos duros externos. Estos dispositivos se conectan al ordenador en cuestión a través de un sistema USB y permiten ampliar la memoria del mismo incluso en un terabyte. Con ello, ya no es necesario grabar las fotos en CDs para poder guardarlas y conservar estos discos apilados en un sinfín de estanterías, no es necesario almacenar todos los trabajos de un año de estudios en el mismo disco para mantener un orden e impedir que nuestro PC se quede sin memoria, ni es necesario grabar las películas en DVD para poder verlas en la tele, ya que muchos de ellos son además multimedia, por lo que conectándolos a la televisión realizamos esta misma función.

¡Qué atrás quedaron los intercambios de juegos para el ordenador con nuestros amigos a través de uno de esos disquetes negros -si los tenías de colores eras un afortunado-! Atrás quedó la falta de espacio en los ordenadores y el perder todos nuestros datos cuando éste se estropea y necesita ser formateado.